En un modesto aunque precioso volumen titulado «Romances Marroquíes», de solo 52 páginas y edición rústica pero muy cuidada y con ilustraciones de Crestar, hay un poema que describe una violación en manada. La composición es un «romance de ciego», una muy tradicional y popular forma poética que obtiene su nombre de mendigos ciegos que recitaban poemas a cambio de limosna. Los romances de ciego forman parte de lo que se llama o llamó «literatura de cordel» y tocan temas fuertes. Hay mucha bibliografía sobre este tipo de romances, para quien quiera profundizar. El volumen donde figura este poema fue publicado en Valencia en 1937 por el Secretariado de Propaganda A. A. Hispano Marroquí y, según el colofón, la impresión estuvo a cargo de Vicente Taroncher. Se trata, como figura en la tapa del libro, de la segunda edición. Además, en la solapa de tapa se puede leer: «Explicación: Estos poemas son un reflejo vivo del verdadero Marruecos. Marruecos padeció siempre el dominio de una política militarista, apoyada ahora por la propaganda ítalo-germana. En la presente edición, se pone de relieve que el marroquí sufre las mismas vejaciones que nuestros hermanos de las regiones oprimidas por el fascismo».
Con ustedes, el romance:
AIXA
(ROMANCE DE CIEGO)
Escuchad, creyentes,
que el juglar os habla:
¿Dónde va la niña,
dónde va, cuitada?
¿Dónde va la niña?
Al vado a por agua.
En chard Tilutaf,
cerca de Ketama,
vivía una mora:
Aixa, de Gomara.
Sola, con su madre,
habita una jaima.
La madre, muy vieja,
Mekeltum se llama.
La niña, aún impúber,
trabaja, trabaja…
trabaja en el campo,
trabaja la lana,
va a vender al zoco
y acarrea el agua.
¿Dónde va la niña,
dónde va, cuitada?
¿Dónde va la niña?
Al vado a por agua.
Finó el Ramadán.
Pasada la Pascua,
vinieron un día
hombres de habla extraña;
unos hombres rubios
que no son de España.
Vinieron gritando
en su lengua bárbara.
Vieron a la niña
que el camino anda.
¿Dónde va la niña,
dónde va, cuitada?
¿Dónde va la niña?
Al vado a por agua.
Los rubios, gozosos.
La presa, cercana.
Todos la rodean
con gran algazara.
Este la pellizca,
el otro la palpa,
esotro la besa
a aquél la sofalda.
Ríen con lujuria;
la niña lloraba.
Uno, más salvaje,
su camisa rasga,
y por los jirones
de la tela blanca,
se ven unos pechos
de rosa y de ámbar.
Las bestias humanas,
uno a uno, la ultrajan.
La niña, tendida
en la estera, clama.
La madre, con rabia,
se araña la cara.
«¡Ahuili! ¡Ahuili!
¡Ay de mi hija amada!
Ah de los canallas,
quién los castigara».
Pero son soldados,
son de los que mandan.
La niña, dolida,
su vergüenza tapa.
¿Dónde va la niña,
dónde va, cuitada?
¿Dónde va la niña?
Al vado a por agua.
Escuchad, creyentes,
que el juglar os habla:
Si llegan cristianos
y son de Alemania,
guardad, musulmanes,
las hijas en casa.
Juan López, Mendoza, 9 de agosto de 2020.