Esta mañana anduve por la Alameda y encontré, buscando en los mesones de usados de la esquina de San Martín y Córdoba, la Antología poética de Hermann Hesse que publicó Ediciones Librerías Fausto (Buenos Aires) en 1974, con diseño de tapa de Oscar Díaz, traducción de Rodolfo E. Modern y prólogo de Nicolás Jorge Dornheim, de quien fui alumno de alemán y Literatura Alemana cuando estudié Letras (Mendoza, UNCuyo), en la década del 80.
Un fragmento del prólogo:
«En 1920 salen de la imprenta, en la editorial Seldwyla de Berna, las Gedichte des Malers (“Poesías del pintor”). Se trata de diez poesías acompañadas cada una de una acuarela de Hesse, quien desde 1918 había intentado reproducir pictóricamente los paisajes del sur de Suiza para su propio deleite. Durante la década del veinte, la venta de poesías manuscritas ilustradas con acuarelas llegó a ser una estimable fuente de ingresos económicos para Hesse. Lo testimonia una carta suya a la que después habría de ser su tercera esposa, Ninon, de abril de 1928: “En este momento, más precisamente desde anteayer, estoy ocupado otra vez con un manuscrito ilustrado. Tú bien sabes que esta es siempre mi tarea favorita, y que pasaría la mitad de mis días, si pudiera, entretenido con tales trabajos, tan hermosos y plenos de ensueño y juego. Pero fíjate que no hay tanta gente rica como uno pudiera pensar… Pero otra vez ha venido uno, un señor muy simpático, quien ha oído hablar de mis manuscritos y pinturas, y ha encargado un cuadernillo con doce poesías escritas a mano acompañadas de dibujos en colores… Así se explica que desde ayer esté sentado junto al escritorio que tú conoces, y con una pequeña paleta de colores de acuarela y un vaso de agua junto a mí, saco de mis carpetas las poesías que hoy más me gustan, y para cada una hago una pequeña imagen”»