A raíz de declaraciones del gobernador Rodolfo Suarez sobre los mapuche y los delitos. Y del periodismo militante de derecha.
Las declaraciones recientes de Rodolfo Suarez, gobernador de la provincia de Mendoza (Argentina) –tierra destacada globalmente por ser una de las capitales mundiales del vino entre otras maravillas–, no solamente insultan la inteligencia y la sensibilidad de cualquier persona que quiera ser considerada mínimamente democrática. También, ignoran la historia, ignoran a los pueblos originarios y a sus descendientes, ignoran el derecho nacional e internacional (incluidas, obviamente, las constituciones provincial y nacional), ignoran a todo el sistema educativo, ignoran a los trabajadores y a quienes no tienen empleo y a las personas privadas de libertad. E insultan finalmente, para no abundar, a la –glamorosa por un lado y sufrida por otro– industria vitivinícola y sectores afines. (La lista de los ignorados y agredidos por esas palabras, que no son sólo palabras, puede resultar infinita).
En fin, un despropósito y un horror, se las escuche o lea como se las escuche o lea. Como habitantes de esta provincia al menos, merecemos que Rodolfo Suarez, si no se retracta o disculpa, suspenda sus dislocados e ignorantes análisis de la realidad, y que siga trabajando y de paso estudie. Y, sobre todo, repitamos, deje entonces, nuestro excelentísimo gobernador, de ignorar y herir a quienes creemos de verdad, no sólo de oficio ni de turno, en la democracia.
No obstante, sigue llamando la atención cómo el periodismo afín al gobierno provincial y militante permanente de ideas conservadoras –pauta publicitaria oficial mediante– intenta suavizar el asunto y califica las declaraciones de Suárez de «polémicas». Señalo: merece polémica una afirmación con sustento: ocurre que no existe la delincuencia «natural» y los mapuche no son hostiles sino víctimas en esta supuesta «discusión», que ya lleva más de 500 años.
Es cierto que uno puede tentarse con pensar que existen delincuentes de nacimiento, sobre todo cuando ve el comportamiento de ciertos empresarios, políticos, legisladores, jueces, formadores de opinión, en síntesis, dirigentes. Pero esto no quiere decir que hayan nacido así. No, se hicieron ladrones, de hicieron explotadores, se hicieron genocidas, etc., aunque hayan nacido puros e inocentes.
Las del excelentísimo gobernador, entonces, no son palabras polémicas, son lisa y llanamente inadmisibles, y más para alguien de su investidura. Si lo pensamos un poco más –no es mal hábito pensar antes de comunicar–, se trata de «ideas» muy peligrosas, con un siniestro aroma filonazi inconfundible. Pensemos si no es posible trazar cierto paralelismo entre la estigmatización del pueblo judío y la del pueblo mapuche y, por extensión, de todos los pueblos originarios.
Por el bien de todos, y para no engañarnos con –ni demorarnos en– polémicas falsas promovidas, entre otros, por grises periodistas, lo mejor es pensar que al gobernador se le calentó el pico por la campaña electoral y por eso lanzó semejantes, y oscuros, disparates. Entonces, si no va a retractarse ni a pedir disculpas, le pedimos para la próxima un poco más de responsabilidad, al menos cuando realice declaraciones públicas.
Juan López, escritor. Mendoza, 11 de noviembre de 2021.