Sobre publicar cualquier cosa en internet y colocarle el rótulo de poesía.
III
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
(Jorge Manrique, «Coplas por la muerte de su padre»)
Estas «simples» coplas –escritas y publicadas a fines del siglo 15 y transcriptas aquí con ortografía actualizada– muestran y demuestran rápidamente cómo es posible hacer poesía sin tanto palabrerío ni pretensión. No hace falta irse tan atrás en el tiempo, por supuesto, pero alguien las mencionó y gatilló estas palabras.
Leímos las coplas de Manrique por primera vez en el secundario, las volvimos a ver, y estudiar, en la carrera de Letras. Y cuando veo «colegas», es decir, escritores, publicar en las redes sociales textos sin revisar, o revisados pero con urgencia, recuerdo o vuelvo a la verdadera poesía. La que es resultado de trabajo consciente, o inconsciente, pero trabajo. Y me lo digo a mí mismo antes de publicar algo que acabo de escribir y pienso subir a internet: «No, esto no es producto de tu inspiración ni de tu talento, esto es tu pura neurosis, pereza o vanidad, y por más rótulo de “poesía” que le adhieras, no es poesía. Asumido esto, publicá lo que quieras, pero no te la des de poeta».
J. L. Mendoza, 24 de octubre de 2024.